Las emociones son una de las características más representativas de los seres humanos, están presentes en todo momento de la vida y afectan de una u otra manera las relaciones e interacciones interpersonales así como el modo de pensar y actuar. Se dice que las emociones son una especie de “lente” a través del cual se percibe la realidad, el entorno, la información y el mismo conocimiento. 

De igual manera, la educación puede verse afectada por las emociones de las personas que participan en los procesos de enseñanza-aprendizaje, tanto docentes como alumnado.

Las emociones y la educación

Todas las investigaciones apuntan a que la emoción y la cognición son inseparables. Existen múltiples razones por las cuales se establece este vínculo, entre ellas, las emociones influyen en la capacidad de razonamiento, la memoria, la toma de decisiones y la actitud para aprender. 

Rafael Bisquerra, destacado psicólogo y pedagogo español, conocido por sus contribuciones en el ámbito de la educación emocional y la convivencia escolar, decía lo siguiente: «aprendemos aquello que realmente queremos aprender. Las personas quieren aprender aquello que es importante para ellas, para su vida y para su supervivencia. Y como todo no cabe en el cerebro, aquello que consideramos no importante, no nos interesa y lo olvidamos».

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De todo esto, se deriva la conclusión de que emoción y motivación son anverso y reverso de la misma moneda. La motivación puede surgir del valor que le atribuyas a aprender algo, bien por placer bien por utilidad. Estar motivado implica dedicar más atención, tiempo y esfuerzo a algo.

El papel del docente

El docente juega un papel fundamental, ya que en la práctica el alumnado percibe su apoyo. Este consiste en promover en los estudiantes las habilidades cognitivas y emocionales que les permitirán una mayor autonomía para enfrentar diferentes retos a lo largo de su vida. 

Un gran desafío que enfrenta entonces la labor docente es la de reforzar los vínculos afectivos. Aunque se ha querido separar del ámbito académico, la relación de un profesor con su alumnado se conforma de la misma esencia, ya que el trabajo docente se puede considerar una relación que se da en el contexto educacional, y las relaciones están cruzadas por emociones. 

Emociones que benefician o dificultan el aprendizaje

Hay emociones que ayudan a aprender, y otras que limitan el aprendizaje. Las emociones positivas motivan a seguir aprendiendo, mientras que las negativas hacen que quieras dejar de hacerlo. Estos son los principales estados emocionales que benefician o dificultan el aprendizaje:

Emociones que favorecen el aprendizaje

La seguridad, el entusiasmo, la alegría, la expectación y el asombro, la sensación de triunfo o la curiosidad favorecen el aprendizaje.

Emociones que dificultan el aprendizaje

El miedo y la ansiedad, la tensión, la ira y el enfado, la culpabilidad, el aburrimiento, y la envidia o celos dificultan el aprendizaje.

Buenas prácticas

Según el psicólogo Rafael Bisquerra, estas son algunas prácticas relacionadas con las emociones para que los alumnos puedan alcanzar sus objetivos de estudio…

Creer en su capacidad para aprender

La percepción que el estudiante tiene sobre sus posibilidades de alcanzar un objetivo de aprendizaje es clave para la motivación. Si cree que no lo conseguirá, la desmotivación estará presente. En cambio, si tiene altas expectativas de éxito, estará más animado. Por eso es esencial que los objetivos de aprendizaje sean realistas y asumibles. 

Conectar con la interioridad

Para estar más motivado, es importante que el estudiante conecte con sus intereses y necesidades personales, actitudes y voluntades. Para ello, puede realizarse preguntas como «¿por qué me interesa aprender esto?» o «¿cómo me puede beneficiar?».

Partir de tus conocimientos previos

Ser consciente de los conocimientos que ya tiene sobre un tema y hacer conexiones facilitará la consolidación de aprendizajes.

Llevar a cabo un aprendizaje activo

Implicarse activamente convierte al estudiante en protagonista del proceso de aprendizaje. Puede hacerlo elaborando resúmenes y esquemas, o comentando los temas con sus compañeros. Además, cuando surjan conceptos desconocidos conviene que busque información al respecto e intente explicarlo con sus palabras. 

Entender el contenido

No entender lo que se estudia produce una sensación negativa, por eso es muy importante resolver todas las dudas que se tengan al respecto.

Tomar conciencia de los beneficios del aprendizaje

Si el estudiante tiene presentes las razones por las que está realizando una formación y busca la manera para disfrutarlo, las probabilidades de aprender aumentarán. 

Buscar las aplicaciones de lo que estudiamos

Conocer la aplicación de aquello que queremos estudiar hace el aprendizaje más interesante. Es positivo que el alumnado investigue sobre la utilidad de la materia en la vida profesional, familiar o social.

En definitiva, integrar la inteligencia emocional en la pedagogía no es una opción, sino un imperativo. Solo reconociendo el poder de las emociones y alineándolas con los objetivos educacionales podremos garantizar un aprendizaje que no solo sea memorizado, sino profundamente vivido y perdurable.

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