Durante décadas, la Formación Profesional (FP) se catalogó erróneamente como una opción educativa de menor nivel, percibida más como una «vía alternativa» para aquellos jóvenes que no accedían a las titulaciones universitarias. Esta visión tuvo como consecuencia un desajuste significativo en nuestro sistema educativo y productivo.
Mientras que las universidades veían crecer sus listas de espera, las formaciones profesionales quedaban en un injusto segundo plano. Este desequilibrio no solo generó un exceso de profesionales con títulos universitarios en ciertas áreas, sino, lo que es más crucial, una creciente escasez de técnicos y especialistas en oficios esenciales. Hoy en día, todos lo notamos: para hogares y empresas, encontrar un fontanero cualificado, un carpintero o un electricista se ha convertido en una odisea.

Motivaciones del cambio: el valor de lo práctico
La buena noticia es que esta percepción está cambiando, impulsada por una serie de factores que demuestran el valor intrínseco de la FP.
Adaptación de la formación profesional al mercado laboral
El mayor activo de la Formación Profesional es su orientación eminentemente práctica. A diferencia de los programas universitarios, a menudo marcados por un enfoque más teórico, las titulaciones de FP están diseñadas para que los conocimientos se apliquen directamente en la práctica. Esta preparación práctica y aplicada mejora significativamente la empleabilidad. De hecho, a tenor de los datos del SEPE, la tasa de empleabilidad de la FP está superando la de los títulos universitarios, con un 42% frente a un 38% de estos últimos.
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Aumento en el número de titulaciones
Una de las medidas para corregir el desajuste educativo ha sido el incremento y diversificación de las titulaciones de FP. La oferta formativa se ha ampliado y modernizado para cubrir las necesidades emergentes. Las áreas que más interés suscitan de la oferta formativa son:
- Tecnología y Ciencia Aplicada
- Ingeniería
- Economía
Según el Observatorio de las Ocupaciones del SEPE, los títulos más solicitados y con más contrataciones durante los últimos años son:
- Técnico superior en Administración y Finanzas y en Desarrollo de Aplicaciones Multiplataforma
- Grados medios en Gestión Administrativa y en Cuidados Auxiliares de Enfermería
- Grados superiores de la familia sanitaria
Rol activo del campo de la tecnología
En un mundo dominado por la tecnología y el cambio constante, las empresas necesitan profesionales jóvenes capaces de adaptarse rápidamente. La tecnología desempeña un papel clave en el desarrollo de muchos negocios. Mientras que un grado universitario requiere al menos cuatro años (y a menudo un máster posterior), la Formación Profesional ofrece a los estudiantes un alto grado de capacitación y competencia en sectores tecnológicos clave de manera mucho más ágil.
Retos pendientes
A pesar de los avances, la Formación Profesional aún enfrenta desafíos importantes que se deben abordar.
Falta de información
La falta de información clara y accesible continúa siendo un obstáculo importante. Aún existe un desconocimiento generalizado sobre la diversidad y la calidad de los programas de FP, arraigado en los antiguos prejuicios sociales. Es nuestra labor, como formadores y entidades, comunicar activamente el valor, las salidas profesionales y el potencial de desarrollo que ofrece la FP.
Oferta no ajustada a necesidades locales
En algunas regiones la oferta de programas sigue siendo limitada o está poco adaptada a las necesidades locales. Es fundamental un diálogo continuo entre los centros de formación, las administraciones y el tejido empresarial para garantizar que la FP responda de manera precisa a la demanda de cada territorio.
Marcada segregación de género
La participación femenina en FP sigue enfrentándose a importantes desafíos, entre ellos, una marcada segregación de género en las áreas de estudio. Las mujeres se concentran mayoritariamente en sectores como sanidad y servicios sociales, mientras que los hombres predominan en áreas más técnicas como la informática y la electrónica. Es imperativo desarrollar campañas de orientación y mentoría que rompan estos estereotipos y fomenten la presencia femenina en todos los campos de la FP, promoviendo la diversidad y el talento.
Conclusiones y perspectivas futuras
El cambio de estigma hacia la Formación Profesional no es solo una tendencia pasajera, sino una transformación estructural de nuestro sistema educativo que se alinea con las demandas de un mercado laboral moderno. La FP ha pasado de ser percibida como la «opción B» a consolidarse como una ruta de excelencia, práctica y con alta empleabilidad.
El futuro del desarrollo económico y la competitividad de España dependerá, en gran medida, de nuestra capacidad para formar a la próxima generación de técnicos y profesionales cualificados a través de la Formación Profesional. Al invertir en la FP, estamos invirtiendo no solo en el éxito individual de los estudiantes, sino en la fortaleza y la resiliencia de nuestro sistema.
